Las últimas décadas se están caracterizando por impresionantes avances tecnológicos y cambios sociales. Nuestro día a día se ha visto transformado por internet, el GPS, las redes sociales o la biotecnología. Además, cada vez somos más conscientes de que estos avances en la ciencia y tecnología son solo el preludio de lo que se nos avecina: los vehículos autónomos cambiarán la fisionomía de nuestras ciudades, los nuevos materiales harán inequívocamente rentables las energías renovables, trabajar codo con codo con inteligencias artificiales modificará prácticamente todo el mercado laboral y los nuevos avances en terapias avanzadas nos permitirán gozar de una todavía mejor salud. El futuro se presenta prometedor, pero desafortunadamente no exento de importantes retos sociales: el cambio climático, la potencial falta de recursos, una sociedad envejecida, o una creciente desigualdad son algunos de los retos que nos hacen plantear necesarias mejoras en nuestros sistemas de gestión pública.